Leyendas.
Mis padres provenían del campo y pasé parte de mi niñez ahí y cuando salía a vacaciones del colegio, me enviaban allá para acompañar a mi padre. Hace muchos años no visito el campo y añoro despertar acompañado del canto de las aves, el mugir de las vacas, el olor a hierba y contemplar ese verde majestuoso, casi poético.
Recuerdo a la familia reunida por las noches en la cocina, alrededor del fogón y a los adultos contando historias de duendes, brujas, y demás seres extraordinarios y en muchas ocasiones me costaba dormir, imaginando que se me iban a aparecer a mitad de la noche entre la oscuridad absoluta que experimentas en el campo en lugares donde no hay fluido eléctrico.
Ahora al traer a mi memoria todo esto, se queda en mi mente todas esas historias fantásticas que en ese momento no lo eran para mí –y que no lo son ahora- recuerdo el miedo que sentía en las noches cuando tenía ganas de ir al baño que quedaba bastante retirado, orinaba con los ojos cerrados porque pensaba que las luciérnagas eran los brillantes ojos de alguna bruja en medio de la oscuridad.
Sin embargo, todas estas leyendas que escuchábamos de nuestros padres y abuelos, cargadas de misterio y con las que nos asustaban cuando éramos niños, han cambiado, se han encarnado, mutado, convirtiéndose en personajes de la vida diaria, su contexto es distinto y ese temor que sentíamos cuando éramos niños, ahora se ha convertido en verdadero terror.
Los duendes juguetones y traviesos, que se llevaba a los incautos y los hacía perder en el bosque, ahora usan camuflado y fusil, internan a sus víctimas en lo más recóndito de las montañas sometiéndolos a torturas y en muchas ocasiones no se vuelve a saber de ellos.
La llorona, es la madre, hermana, hija, esposa, que pierde a sus seres queridos, víctimas del conflicto armado o del familiar al que le quitaron la vida por robarle el celular o su vehículo o fue dado de baja en un falso positivo.
La patasola, son todos aquellos que han perdido sus extremidades, especialmente campesinos que pisaron una mina antipersona, la explosión de una granada o que fue alcanzada por la bala de un fusil.
No, ya no son solo leyendas, es la realidad que vivimos. Las brujas, la patasola, el duende, el buziraco, están ahí al salir a la calle, los vemos a diario, pero ya nos son indiferentes porque hacen parte del paisaje y de una u otra forma hemos sido víctimas de ellos.